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“CADA MOCHUELO A SU OLIVO”

                                                               «El jugador nace y se hace».

                                                                                                        Carlos Salvador Bilardo

De fútbol se escribe mucho. De lo que se lee, se aprende y sirve para formar criterio. Intrusos, atrevidos y empíricos, alrededor del cuero hay en todas partes y anécdotas miles.

Un gran defensor argentino e ídolo “colchonero”, Jorge Bernardo Griffa decía: “A un buen jugador hay que ponerle otro buen jugador al lado, no sólo para que juegue con él, sino para que compita con él: la competencia es buena si se l maneja bien”. Por su parte, Bilardo asegura: “Por más viejas que sean las jugadas preparadas hay que intentarlas, siempre hay un tonto en el equipo contrario”.

Otro “ché”, Fernando “Teté” Quiroz, aseguraba: “Para cumplir el sueño de ser futbolista, se tiene que hacer todo lo posible para lograrlo. El entrenador puede ayudar, el médico puede ayudar, el preparador físico también, pero lo más importante está dentro de cada jugador: su entusiasmo y su compromiso”. A su vez, el técnico platense, Gustavo Alfaro, creía saber lo que es imperecedero: ”Siempre digo que el pibe es como el asfalto fresco. Cuando eras niño y había un asfalto fresco, pasabas y hacías una marca; pasás cincuenta años después y la marca continúa. La mente del chico es igual: los ejemplos y los conceptos que les enseñas en la etapa de formación, le quedan para toda la vida”.

Y sobre líderes, Roberto Perfumo, teorízaba: “Me parece que no hay equipo destacado sin líderes, porque los equipos de fútbol son la imagen de una enseñanza permanente de la necesidad de liderazgo. Está el líder de tarea: que es el que tiene la pelota durante el juego; el líder de estrategia, que es quien la recompone o afirma cuando está detenido el partido; y el líder del vestuario, caudillo o cacique. Y todos, detrás del gran jefe, que es el entrenador, mientras los demás son todos indios”.

Un coach inglés peyoratizaba de un jugador: “Tenía una mente privilegiada para el fútbol, pero las ideas no le llegaban a los pies”. Y lo mejor… En sesión de junta directiva cuestionaban al técnico (Renato Cesarini) el desempeño del equipo. Cesarini, preguntó a uno: «¿Y usted a qué se dedica?» «Tengo una relojería», respondió. Harto del “mochuelo”, Cesarini le dijo: «Bueno… cuando hablemos de relojes me va a interesar su opinión».

De seguro que “por no morderse la lengua”, despidieron a Renato Cesarini.

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