
“ENTRE AMIGOS” (I Parte)
“El espejo y la amistad siempre dicen la verdad” (Adagio)
Pasaran mil años pero los amigos ahí seguirán. Le pusieron canas a su pelo y arrugas a su rostro, maltrataron su cuerpo con los años y hasta les cuesta recordar muchas experiencias vividas, pero ahí siguen… Qué razón tenía Mateo al afirmar: «El dinero es circunstancial pero la amistad es eterna”. Cientos de historias se han tejido alrededor de la amistad.
Mario presumía de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo: “Te apuesto un paquete de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees. Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de juegos o fechorías”. Mario aceptó la apuesta sin dudarlo.
Al día siguiente, el chaval como no sabía muy bien cómo demostrarlo le preguntó a su abuela. Ésta respondió: – “Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento…” La abuela salió y al poco regresó como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada. –“Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distinguir a tus amigos del resto de compañeros”. Mario, decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio. Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con su silla. – “No os mováis, vais a ver algo alucinante”. Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se calló de culo. Todos se echaron unas buenas risas. – “Esperad, esperad. No me ha salido bien”· – dijo mientras volvía a intentarlo. Volvió a fallar, provocando caras de extrañeza, y burlas. Mario no se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de caer al suelo… hasta que una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó en el aire… Entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. A su alrededor pudo ver a Jorge, Kevin y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera; mientras muchos otros, de quienes había pensado que eran sus amigos, no hacían sino burlarse de él y disfrutar con cada una de sus caídas. Ahí paró la prueba y al retirarse con sus tres verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos le habían ganado una apuesta, pero también enseñado que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros, y no cualquiera que pasa a nuestro lado; menos aún quienes disfrutan con las cosas malas que nos pasan. Mañana seguimos…