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“GRANDEZAS Y MEZQUINDADES” (y II Parte)

«Por la caridad entra la peste”
Sra. Elvira Gómez Bardán
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Si de grandezas se trata, también están las mezquindades: entre bastidores y puertas adentro. Son esas que no saltan al terreno de juego, pero que “se viven” en camerinos, despachos o delegaciones. Muchas, por conocidas y maquilladas, son vergonzosas y denigrantes.
Un directivo “de avanzada”, cuando llegó la delegación ya estaba a pie de pista, con una buseta de lindas damitas esperando, para que tuvieran una feliz estadía sus compañeros. Eran los de pantalón largo los que iban a disfrutar de las mieles del aireado encuentro amistoso internacional.
Dos connotados futbolistas, cuatro días antes de jugarse el campeonato nacional, llegaron al despacho del presidente del club rival, a negociar el contrato de la siguiente temporada. En la jugosa oferta también estaba el disminuir sus ímpetus futboleros “para colaborar” con el título de su próximo club. Y como “quien a hierro mata a hiero muere”; una vez celebrada la aireada final, no tardaron “los vendidos” en llegar a concretar detalles del contrato pactado una semana antes. Y allí la sorpresa… El “jugado” dirigente les dijo: “En nuestro club no querernos traidores”. Los dos “tuercebotas”, sorprendidos, salieron con una lección aprendida: “El que es traidor, lo es siempre”
Lo anterior aplica en todos los casos y en cualquier época… Un grupo de representantes de clubes se reunieron para planear estrategias de Asamblea. Expuestas las razones, de una u otra opción, y pensando en el bien de la Liga a la que representan, llegaron a acuerdos. Empero, no pasó ni una semana, para que en otros escenarios, con negociaciones ultratumba, debajo de la mesa y a cambio de… (“no hay almuerzo gratis”), dos dieron la espalda al grupo y pusieron en práctica “otro plan”: en el que sólo ellos, a nivel personal, se beneficiaban. En el ardid hubo damnificados (¡pero qué importaba!) El desenlace previsto no fue el vislumbrado y deseado por “los malinches”.
Un jugador, que por años se la pasó huyendo de la policía, por no honrar la pensión alimentaria, siempre tuvo la complicidad y solidaridad del camerino (jugadores y cuerpo técnico), Estos (“alcahuetas”) en reiteradas oportunidades hicieron “una vaca” para pagar el compromiso del promiscuo papá. Y éste, una vez que tuvo la oportunidad de demostrar el mínimo agradecimiento (“de bien nacidos es ser agradecidos”), se comportó tal y como es: irresponsable. Y además lo fue con quien por años le extendió la mano y le dio de comer. Obvio: no dudó en morderle mano.
¡Qué razón tenía la señora Elvira!: “Por la caridad entra la peste”

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