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¡HUELE A NAVIDAD!

                                       ¿Cuál será la prisa que tiene el calendario? (Mateo H. Barroso)

Sin avisar, casi a hurtadillas, tras un penoso año lleno de vicisitudes, donde los políticos no se pusieron de acuerdo y se metieron en un laberinto sin salida: terrorismo vrs guerra, como único mensaje. Entonces, ¿para qué se reúnen tanto, si no se ponen de acuerdo? Es la suya una Torre de Babel, donde maquillan el negocio que genera el ruido de las bombas.

No hay descanso. Los pueblos siguen perplejos. Se propalan (plaga universal) las fechas para acudir a las urnas, sin distinción de cantón, pueblo, ciudad, país o continente. Todos al unísono, afinan estrategias electorales, entrenan verborrea y acuden a eslóganes de campaña, para convencer, seguir prometiendo (mintiendo) y hasta jurando, convertir al país “en otro”, que ni en las fabulas de Walt Disney existe.

¿Para dónde agarramos?  Si de seguridad se trata, da pánico salir a la calle, ya sea a cualquier hora o el lugar más céntrico: antes era un tirón, pero ya es un asalto o navajazo; siendo tal la violencia que por robar cosas de escaso valor, la vida… ¡no vale nada!

Y “del ahogado el sombrero”: ¿Cómo interpretar los desfiles de vecinos nicaragüenses por calles  josefinas, al tiempo que su Presidente se mofa de los ticos, con la excusa de los cubanos o mientras La Haya decide si es o no un dragado, las tropelías de Edén Pastora?

Surrealismo puro. ¿La salud? Mejor ni tocarla. Decía un eminente doctor: “la CCSS es una institución que nació para orgullo de los costarricenses. Ahora grandes `pensadores´ la quieren destruir, con la intención de seguir lucrándose en la salud privada”. Como ésta teoría tiene visos de realidad, solo queda “que el último apague la luz”;  santa palabra de un médico que por décadas lo ha vivido “en carne propia”.

A los cartagineses les va aun peor… Quizás algún día, una Teletón transparente, auditada, sin donaciones extrañas y con inversiones a la vista, ayudaría para que ese galerón –disque Hospital- sea derruido. De momento, los gobernantes siguen mirando para otra parte, defendiendo lo indefendible de una pésima gestión, que se burla no solo de los ciudadanos, sino también de grandes profesionales que se dejaron las cejas capacitándose, para aplicar su vocación y mística en una profesión que aman y dignifican, mal que les pese a sus jefes.

Empero, ya es época de frivolizar: ¡Huele a Navidad! Tiempo para disfrutar largas vacaciones institucionales, organizar buenas fiestas, hartarse de guaro y licor y matar a víctimas inocentes en las carreteras. Es el final de un año nefasto, donde la ilusión de más de un millón se fue al basurero.

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