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“LA MEMORIA HISTÓRICA” (y II Parte)

                                                                                              “En las guerras, nadie gana”

                                                                                                    Mateo Hernández Barroso

El concepto “memoria histórica” genera discrepancias, especialmente al implicar la fijación de hechos y procesos históricos, de interpretación no unívoca, en algún tipo de «relato«, alternativo a otros, que en casos extremos puede convertirse en una «verdad oficial» (su negación puede ser hasta objeto de persecución), o en una verdad políticamente correcta o pensamiento único”, al uso en regímenes dictatoriales.

Se dice que permitir que la memoria sustituya a la historia es peligroso; mientras que la historia adopta la forma de un registro, reescrito y reevaluado ante evidencias antiguas y nuevas; la memoria se asocia a propósitos públicos, no intelectuales, tales como un parque temático, un memorial, un museo, un edificio, un acontecimiento, un día, una bandera, etc. Los acontecimientos del pasado suelen ser parciales, insuficientes y selectivos, ya que los encargados de elaborarlos cuentan verdades a medias o mentiras descaradas, a veces con buenas intenciones y otras no tanto. Por tanto, la historia misma puede definirse como “la ciencia de la memoria”, según muchas filosofías.

El uso político de la historia ha sido una constante desde que ésta existe, produciendo manipulación de los hechos. En muchos casos se utilizan los actos conmemorativos, fechas simbólicas de batallas, leyes, nacimientos o muertes, cuyas efemérides se celebran, máxime los centenarios. Un papel muy importante lo cumplen los hechos más celebres (no más importantes), como el desembarco de Normandía, la batalla de Waterloo, los campos de exterminio del Holocausto u otros tantos, que han servido de motivo para versiones, literarias y filmográficas, con dispares y cuestionadas interpretaciones.

En las últimas décadas ha adquirido importancia la reconstrucción de la “memoria histórica” de grupos sociales afectados por los procesos de invisibilización como las mujeres, los afroamericanos, los indígenas, las culturas colonizadas, los trabajadores, los perseguidos políticos, las guerras entre hermanos, etc. Basta leer a Federico García Lorca para comprender la diferencia entre la historia, la memoria y la realidad

Y de nuevo el fútbol. Con personajes desmemoriados, genéticamente corruptos, que piensan que a los demás les atacó el Alzheimer, cuando en realidad lo que sucede es una falta de compromiso, dignidad, principios y autoestima, que da impunidad al “pillastre”.

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